Santa Rita de Casia, conocida también como la “Abogada de los Imposibles”, es una de las santas más queridas y veneradas en el mundo católico.
Nacida en Roccaporena, un pequeño pueblo cerca de Casia en Italia, en 1381, su vida estuvo marcada por el sufrimiento, la devoción y los milagros.
Desde temprana edad, Rita mostró una inclinación profunda hacia la espiritualidad y la oración, soñando con dedicarse por completo a Dios.
Sin embargo, debido a las costumbres de su época, sus padres la casaron con un hombre de carácter violento. Durante 18 años, Rita soportó con paciencia y oración el maltrato, hasta que su esposo fue asesinado.
Después de la muerte de sus dos hijos, quienes también fallecieron jóvenes, Rita finalmente pudo ingresar al convento de las agustinas en Casia, cumpliendo así su anhelo de servir a Dios.
En el convento, Santa Rita vivió una vida de extrema penitencia y caridad, destacándose por su humildad y amor hacia los demás.
Su fama de santidad creció rápidamente debido a los milagros atribuidos a su intercesión, tanto en vida como después de su muerte en 1457.
Entre los milagros más conocidos está la aparición de una espina de la corona de Cristo en su frente, símbolo de su profunda unión con el sufrimiento de Jesús.
La devoción a Santa Rita se ha expandido a nivel mundial, siendo invocada especialmente en situaciones difíciles o desesperadas.
Su fiesta se celebra el 22 de mayo, y miles de fieles acuden a su santuario en Casia para rendirle homenaje y pedir su intercesión.
Oración a Santa Rita
Oh poderosa Santa Rita, tú que eres llamada la Santa de los Imposibles, abogada en casos desesperados, asistente en las últimas esperanzas, intercede por mí ante el trono de Dios.
Tú que eres tan amada y favorecida en el cielo y en la tierra, concédeme lo que te pido con humildad y fe. Ayúdame a aceptar con resignación la voluntad divina y a encontrar consuelo en el amor de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Santa Rita de Casia sigue siendo un faro de esperanza y fe para millones de personas en todo el mundo.
Su vida de sufrimiento, devoción y milagros nos recuerda el poder de la oración y la importancia de mantener la fe incluso en las circunstancias más difíciles.
La figura de Santa Rita nos inspira a enfrentar nuestras pruebas con paciencia y confianza en la providencia divina, sabiendo que, a través de su intercesión, lo imposible puede hacerse posible.